miércoles, 30 de julio de 2014

DON DEMETRIO Y DOÑA SUSANA, PREMIADOS EN BUENOS AIRES, EN LA RURAL DE PALERMO!

(fuente: beleninfo.com.ar)
Desde la Dirección de Artesanías dependiente de la Secretaría de Turismo se informa que los artesanos Demetrio Gómez y Susana Miranda participan representando a nuestra provincia  en el Stand de Catamarca dentro de la 44º Exposición y Feria de Artesanías Tradicionales Argentinas en el marco de la 128º Exposición de Ganadería, Agricultura e Industria Internacional que se está desarrollo desde el 16 al 27 de Julio del corriente año.
Los productos textiles de Don Demetrio y Doña Susana han sido reconocidos y premiados por parte del jurado de la feria obteniendo  un 1er premio por “Poncho de llama reversible”. Dicha prenda obtuvo a su vez el “Premio La Telera” a la mejor pieza textil de la exposición. Además obtuvieron una 1era Mención  por  “Manta de colores con diseño caranchado y terminación en randa”.
Por tercer año consecutivo el stand de Catamarca en La Rural recibe distinciones y premios por la excelencia en los productos de los artesanos que representan y enorgullecen a la provincia. La Dirección de Artesanías financia el costo del stand y facilita la participación de artesanos en Ferias y Eventos de trascendencia nacional e internacional promoviendo el desarrollo y la comercialización de las artesanías catamarqueñas.

viernes, 23 de mayo de 2014

PONCHOS, RUANAS, PULLOS, FAJAS, CHALES.
TODAS LAS PRENDAS 100% REALIZADAS ARTESANALMENTE, TEJIDAS EN TELAR CRIOLLO, CON DISEÑOS Y TÉCNICAS TRADICIONALES.
EN BASE A SABERES HEREDADOS DE LOS ANCESTROS.
MATERIA PRIMA CON ORIGEN EN LAGUNA BLANCA, BELÉN.
HILADA A MANO POR DEMETRIO Y SUSANA.
LOS HILOS SON TEÑIDOS CON TINTES NATURALES.
VISITE NUESTRO TELAR! 

Poncho a dos haces o doble faz

Fino 1º calidad:

Esta prenda es hecha a mano a partir del vellón, hilado en huso y tejido en telar a pala.

Es de lana de llama estrictamente seleccionada y descerdada.

Trama de a dos torcidos, que sobrepasan las 2.000 hebras de urdimbre y se aproxima a las 5.000 tramadas; en lizos lleva 6.944 hebras.

Su duración en uso normal es de más de 100 años, lo cual pasado ese tiempo no se notaría el desgaste.

El fleco se cambiaría a los 25 o 30 años, si fuera necesario.

El lavado se realiza a mano con agua tibia y jabón común. No mandar a tintorería ni lavandería.

Garantiza telar El Chango Real de Demetrio Gómez y Susana Gómez, toda una leyenda en artesanía tradicional.

El diseño ha sido imaginación de nuestros antepasados, es decir que no fue enseñado en ninguna escuela.
Demetrio Istani Gómez

Nació en un rancho de quincha en el Bolsón, Barranca Larga, el 29 de noviembre de 1936, sus abuelos, padres y hermanos constituyeron una verdadera familia de artesanos trabajando la greda, pasando por la madera, las fibras de llama y oveja, hasta el cuero.
Desde niño, su principal actividad fue la artesanía, que aún hoy sigue cultivando en forma independiente. Es conocedor de técnicas de tejido de barracanes de varios diseños, doble faz, empedrado, guarda atada, etc. Trabaja el cuero desde su curtido, hasta el terminado de la prenda, logrando excelentes diseños en el terminado de bolsos, prendas de vestir, botas, etc.

Contrajo matrimonio con la artesana Susana Miranda, conformando una familia cuya principal actividad es la artesanía. Sembraron en sus hijos las ancestrales técnicas artesanales recibidas de sus abuelos, y hoy son ganadores de numerosos premios entre los que citamos el concurso de hilado de la Feria de la Puna de Antofagasta de la Sierra; como mejor Artesano de la Feria Interprovincial de artesanías realizado en Merlo, San Luis; como mejor familia de artesanos en la Fiesta nacional del Poncho de Catamarca, entre otros.

martes, 20 de mayo de 2014

El poncho es tierra y geografía. Con tonos diferentes, los tejedores van hilando ese paisaje y sembrándolo de colores. En sus manos, los rayos de sol se vuelven flecos y a la sombra de sus dedos la lana se va enredando perfecta. Así pasan los días frente a rústicos telares; a cielo abierto y en patios de tierra. Algún pájaro se acerca a contemplar la tarea y se convierte en rombo, vistoso adorno del poncho, mientras el viento va abriendo una huella de matices en el paisaje de lana. De esta manera florece entrelazado el arroyo con el valle, el valle con el cielo, el cielo con el sol. Eso es el poncho; un paisaje amalgamado en una pieza. El balido de la oveja también se esconde durante meses en las manos del artesano, hasta que se libera por la boca del poncho. La cuna del poncho. Así se la conoce a la ciudad de Belén, en el oeste catamarqueño. La población, por ser la cabecera del partido, fue reuniendo durante décadas a los tejedores de los desolados valles. Por allí casi nadie pasaba y vender una prenda resultaba una tarea imposible. En ese trabajo colaboran mujeres y niños, y mediante la participación familiar el arte se va transmitiendo de padres a hijos.

La elaboración del poncho se inicia con la compra de lana a los puesteros "de arriba". Después viene la limpieza, el lavado, cardado, hilado y retorcido. En ese trabajo colaboran mujeres y niños, y mediante la participación familiar el arte se va transmitiendo de padres a hijos. Allí donde están las casas de adobe con techo de paja y barro vive Demetrio Gómez. Tiene 70 años. El y su mujer son tejedores oriundos de Barranca Larga, un paraje aún más alejado. De allí traen la lana.

Para Demetrio la lana de vicuña es la más suave y fina que existe, y "más aún si se cría en el cerro". Según explica, cada vez es más difícil encontrar buen material, sea de guanaco o de llama. "La lana viene sucia del campo y por la mugre que traen de tanto revolcarse los animales perdemos más de la mitad", explica. Sin embargo aclara que "hay gente entendida que sabe apreciar un poncho de solo tocarlo; para ellos va el trabajo. Hasta han venido varios gringos de Italia para llevarse algunas prendas".(...)

(Nota Juan Pablo Baliña. Publicado en La Nación.com. Diciembre de 2006)
Destino arqueológico por excelencia de la Argentina, tierra natal de exquisitos aceites de oliva y otros manjares gastronómicos y paraíso del turismo de aventura, Catamarca esconde además un tesoro cultural único que sobrevive en cada rincón de su geografía y en cada uno de sus habitantes. Y una de sus joyas por conocer es la ruta del tejido, un camino que lleva a los visitantes al corazón de su historia y su forma de vida. “Nosotros somos tejedores de cuna. Nacimos viendo tejer a nuestros padres y abuelos y nos criamos jugando con el huso”, introduce Demetrio Gómez, uno de los más famosos tejedores de la ciudad de Belén. Ubicada a 285 kilómetros de San Fernando del Valle de Catamarca, la capital de la provincia, Belén es conocida como la “cuna nacional de poncho”, ya que, dicen sus habitantes, es aquí donde ha nacido la prenda más emblemática del gaucho argentino.

Demetrio nos recibe junto a su mujer, Susana, con una gran sonrisa y unos mates calientes en la puerta de su casa-taller, El chango real. Allí tienen su pequeña fábrica, en la que no hay más maquinaria que un gran telar criollo, unos cuantos husos y las manos de toda la familia, incluidas las de sus tres hijos adolescentes que trabajan a la par de sus padres. No es necesario llegar informado, ya que Demetrio se ocupa de contar en primera persona los secretos y la historia de este maravilloso arte ancestral que se ha mantenido generación tras generación durante más de cinco siglos. A pesar de lo que comúnmente se cree, el telar con el que se hacen cada una de estas maravillas no es un elemento originario de estas latitudes. Fue importado por los españoles a principios del siglo XVI y adoptado por los pueblos que, desde entonces, lo han convertido en parte de su cultura. Prácticamente no hay persona en Belén que no se haya criado con un telar en su casa.(...)

(Publicado en: Mujer Biz - Texto: Ana Césari)
Si uno visita las casas de Belén, enseguida se dará cuenta de que no se trata de una casualidad: en todos los patios, más allá del tamaño y las comodidades, el lugar central alrededor del cual suele reunirse la familia no es la parrilla ni la mesa de mate, sino el telar. (...)

"El juguete nuestro no era ni el triciclo ni la pelota. Nosotros jugábamos con el huso. Y así aprendíamos. Acá somos todos de cuna". Nacido en Barranca Larga, y criado entre el trabajo del telar y la cosecha de caña de azúcar, Demetrio se decidió a instalar en Belén junto a su mujer, Susana, en 1983, justamente para poder dedicarse a lo que más le gusta: tejer. "Además de poder darle de comer a nuestra familia con esto, para nosotros es muy lindo dar a conocer lo que hacemos porque así la gente puede valorarlo. Porque esta es nuestra cultura". Demetrio y Susana son conocidos por sus ponchos de dos haces, la pieza más difícil que se haya visto por estas tierras: "Es un poncho sin revés, que es de un color de un lado y de otro color del otro, pero que se teje todo al mismo tiempo. Tejiendo toda la familia lleva dos meses de telar. Es mucho trabajo. Yo aprendí a hacerlo con Susana y en toda nuestra vida hicimos 4: uno está en Japón, otro en Alemania, otro en Marruecos y el cuarto en Villa Allende, Córdoba", enumera.

Con la misma sonrisa que recibe a cada uno de los turistas que llegan hasta su casa taller, El Chango real, y les cuenta su historia: "El primer dos haces que vi fue cuando era un changuito, en un acto de mi pueblo por el 25 de mayo. Esa misma tarde fui a lo de mi abuela para pedirle que me enseñara a hacerlo. Y me dijo: Pero vos estás loco, nunca vas  a aprender a hacer eso! desde ese día hasta que pude hacer uno, viví soñando con el dos haces".

(Publicado en Revista Para Tí, diciembre de 2009, artículo "La Ruta de las Tejedoras".)
El Telar El Chango Real,  es una casita de adobe, que, además de ser el hogar de Don Demetrio y Doña Susana, es también su taller y punto de venta: un muestrario casero y desordenado de los más fantásticos ponchos, alfombras, fajas y hasta artículos de cuero que el matrimonio confecciona.

Don Demetrio llegó hace muchísimos años de la bella y hostil puna catamarqueña. Tantos que ni recuerda. Allí, en aquel territorio plagado de camélidos, es donde aprendió de sus ancestros, las técnicas en telar que ahora guarda celosamente. Demetrio, por alguna razón que no confiesa, quiere llevarse sus secretos a la tumba... (...)

El hombre despliega sobre la mesa un poncho deslumbrante. "No tiene precio -advierte-. pero si muchisimo trabajo. Un mes demoro en hacer uno como este", asegura. El poncho está echo con una  técnica conocida como tejido de dos haces o urdimbre doble faz -una prenda en la que el anverso y el reverso son totalmente distintos-. (...)

(Guido Piotrkowski, para revista Rumbos 402)